1993, El placer de la desavenencia. Ni visto, ni oído


benedetta tagliabue

La revista Quaderns d’arquitectura i urbanisme editada por el Colegio de Arquitectos de Cataluña (bajo la dirección de Manuel Gausa Navarro) publica en el año 1993 su ducentésimo número, bajo el título de Sinergia.

En la sección de actualidad (obras recientes) se presentan dos espacios en sinergia de la ciudad de Barcelona:

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I- Gran Vía Carlos III – Calle Joan Güell

  • Edificio Mixed Use (1993) de los arquitectos Josep Lluis Mateo, Jaume Arderiu y Josep M. Crespo.
  • Edificio Trade (1980) del arquitecto José Antonio Coderch y Manuel Valls.

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II- Playa de la Barceloneta

  • Piscinas Baños de San Sebastián, en La Barceloneta (en ejecución) de los arquitectos José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres Tur.
  • Club de Natación Barcelona (1969) del arquitecto Miguel Ponsetí Vives.

Además se incluyen dos artículos: un comentario crítico por Enric Miralles (Comentarios a dos ¿im? posibles diálogos) y un texto de opinión de Miquel Ponseti (Recuerdos sobre el Club de Natación Barcelona)

indice

Enric Miralles

El placer de la desavenencia

El proyecto de Josep Lluís Mateo es casi como un collage lógico: un pensamiento sobre la calle de Joan Güell. No es posible hablar a la vez del edificio de apartamentos-hotel-oficinas y de las torres Trade. No tienen ningún punto de encuentro; quizás algunas relaciones de alineación o de escala dentro de una normativa común en la ciudad.

Existe el principio de una desavenencia, de una relación nada fácil, ni mimética. El proyecto del aparta hotel propone disolverse dentro de lo común, dar al lugar a una calidad uniforme de calle y de ventanas. La calle, la gasolinera, las luces, el arbolado, las señales de tráfico, los letreros, las escaleras… encajan los unos sobre los otros, muy lejos de cualquier ordenación previa. El nuevo edificio acepta de forma extraña repetir que es la ciudad. A todo esto se resiste el muro cortina de los edificios Trade.

A través del edificio de Josep Lluís Mateo tiene lugar una representación de lo que es real. La situación sobre la que ha trabajado no es un lugar concreto: el arquitecto trabaja sobre modelos extraídos de la realidad de forma más general, y las fotografías devuelven posteriormente un carácter casi hiperreal de representación, una precisión que es extraña al carácter manual de los ensamblajes a las torres de Coderch.

Los Trade piden ser diferentes.

El edificio de Joan Güell, en cambio, existe antes de su construcción. Es como un mapa que precede el territorio a descubrir, una situación inventada antes que el proyecto. Ahora, una vez construido, casi no es posible describirlo.

Es posible ver el proyecto en la fotografía anterior a su construcción: y en ella es posible valorar la decisión de los bloques paralelos. A partir de este momento, el proyecto de Josep Lluís Mateo abandona la ilusión, es decir, la posibilidad de relaciones, las transformaciones de un elemento en el siguiente.

Los límites son muy claros; lo son como los fragmentos de un collage cuando se adhieren sobre un lugar. No se puede hablar de marcas y es muy difícil saber cuál es la realidad de todo esto. Y nos hace falta la cámara fotográfica para analizarlo…

Las fotografías que siguen ilustran el placer de discutir que propone este trabajo.

Ni visto, ni oído

Ah, ¿sí? ¿Era de Ponseti el edificio del Club Natación?

Creo que el mismo lugar del rompeolas ha pasado aquí por alto el trabajo de reconocer unos vecinos próximos.

La construcción de Martínez Lapeña y Elías Torres se forma desde la sección y en el proceso de solaparse, a través de un edificio-ventana, el extremo cercano del agua de la piscina con el horizonte del mar. En esta operación se modifica de forma abstracta la sección del rompeolas: se desplaza el nivel de tierra a una cota superior y el edificio desaparece del lugar.

La torre del teleférico del puerto es quien elimina cualquier discusión sobre las dimensiones de este Lugar. Si la tenemos a la espalda más vale no moverse. Esta torre no deja pensar en otros vecinos. Las primeras relaciones son desmesuradas: la enorme altura y el horizonte del rompeolas.

En esta noción de ventana interior, en el nuevo edificio y en las dobles terrazas del ático del edificio de Ponseti, se desarrollan ideas precisas. A pesar de todo, son edificios alejados debido a su carácter.

Ponseti decía en su memoria de presentación que el arquitecto «ha hecho el edificio como un socio más, aportando ideas para una obra en común». Fue un edificio construido gracias a un gran esfuerzo de identificación con la entidad, y con un largo trabajo de discusión con el Estado. Es uno de esos edificios que sigue los éxitos deportivos de un grupo de nadadores de los años sesenta.

Ahora, las relaciones con el lugar y con los clientes se proponen desde una necesidad mucho más abstracta: una práctica deportiva dentro de un lugar protegido por referencias lejanas. En ningún momento el edificio no ha confiado en lo que puede pasar a su alrededor.

Los dos edificios aparecen con la misma orientación, y con volumetría similar, paralelos ante el rompeolas, defendiendo su aislamiento, su separación, y su sentido de recogimiento interior: la actitud de quien contempla el mar en solitario siguiendo con atención los cambios sucesivos.

Es extraña la definición del delante y el detrás en este lugar. La percepción de las relaciones tiene que buscar otros instrumentos. Lo que en un edificio acabado será el propio funcionamiento ahora lo ofrece la construcción. La construcción devuelve al lugar la condición de paisaje donde es posible observar y comentar.

Se forma así una impresión que podría describirse a través del fraccionamiento de la luz en la pequeña escala de las piezas. La transparencia y la refracción, casi como si imitaran el horizonte, se disuelven como en una tela post impresionista.

Estamos en un momento de camuflaje, donde la construcción desarrolla modelos mucho más complejos que el propio edificio. La percepción se hace de forma ambigua, haciendo desaparecer los límites.

Todavía no se ha realizado la visita de cortesía al vecino.

El nuevo edificio, que ahora llega de vacaciones, todavía no sabe si podrá quedarse.

De momento, crece a los pies de la torre…

nota

Detrás de estos textos, me interesa comentar como los edificios, pese a estar pensados para condiciones muy concretas en un lugar, tienden a marchar, a salir, a buscar un tipo de relaciones mucho más lejanas, y menos miméticas.

En los dos trabajos hay una ironía sobre lo que les precede, un juego sutil con el tiempo. Nadie podrá decir quién fue el primero. Entrar sigilosamente como unas zapatillas a los pies de una torre gigantesca, o engancharse al muro cortina que repite los reflejos del cielo… Están muy lejos del plegarse como construcción voluntaria a Santa Maria della Pace de Pietro da Cortona, cerca de la Piazza Navona, en Roma.

Traducción: Jaume Puchalt Lacal

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La referencia bibliográfica:

Enric Miralles. Comentarios a dos ¿im? posibles diálogos. En Quaderns d’arquitectura i urbanisme núm. 200 Sinergia. 1 ed. Barcelona, 1993. p. 22-25

*Nota: Algunos de los enlaces poseen derechos de autor. Reproducimos parcialmente algunos textos, persiguiendo un único fin con carácter cultural o científico. Esta bitácora se realiza exclusivamente para fines de investigación y sin ánimo o fines de lucro.

Imágenes:

1- Multifunctional complex Joan Güell por Benedetta Tagliabue.

2- Piscinas Baños de San Sebastián y Club de Natación Barcelona.

3- Índice de la sección Q actualidad de la revista Quaderns nº200

4- Portada de la revista Quaderns nº200

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