Entrevista a Enric Miralles, Quaderns 198 1993


enric miralles Quaderns

La revista Quaderns d’arquitectura i urbanisme editada por el Colegio de Arquitectos de Cataluña publica en el año 1993, bajo la dirección de Manuel Gausa i Navarro, una entrevista a Enric Miralles con motivo de los denominados Talleres de Trabajo sobre el ámbito del urbanismo contemporáneo. Una consulta realizada en la ciudad de Frankfurt, cuyo proyecto (Concurso para la reutilización del puerto de Osthafen) formó parte de una serie de propuestas de planificación urbana en el área portuaria sobre el río Main.

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Entrevista a Enric MIiralles

QUADERNS La consulta sobre el Osthafen de Frankfurt no se planteaba de la manera más habitual en estos tipos de operaciones: no se trataba tanto de elaborar proyectos concretos cómo de facilitar visiones de una posible ciudad futura enfatizando un cierto carácter innovador y visionario. ¿Cómo influye este tipo de planteamientos en la manera de concebir las respuestas finales dadas al proyecto?

ENRIC MIRALLES Los trabajos efectuados en el Osthafen se tenían que   concebir cómo ejercicios preliminares en los que solamente se debía ver si  las cosas eran posibles, sin ninguna obligación a cumplir un programa o una necesidad especifica. Más que aquel diálogo previo a una construcción, se trataba de una cosa incluso anterior, un estadio particularmente interesante.

Permitían, por ejemplo, plantearse que razones había para favorecer una consulta de este tipo, porque de repente una zona industrial podía ser vista como un espacio sugerente para vivir -cosa que tan sólo cuarenta años atrás a nadie se le hubiera ocurrido-. Ahora que los estudiantes de Frankfurt han tomado el relevo de la consulta, creo adivinar en las fotografías de Gabriele Basilico sugerencias muy atractivas: concebir el sitio como un barco, o saberlo ver de otra manera, juntando las piezas -casi- constructivas de un lado y otro del canal… Son temas anotados en una fotografía (y quizás los proyectos, en este tipo de estadio, no tendrían que ser mucho más). Porque de hecho te encuentras más cómodo mirando las imágenes existentes, con los contenedores y los edificios casi como una misma cosa, que no observando los proyectos mismos.

Q. Esta consulta, cómo has comentado, después de haberse hecho entre varios equipos de arquitectos, se ha transformado por iniciativa de Vittorio Magnago Lampugnani y tuya en materia de curso de la Städeschule de Frankfurt. Los talleres de Árhus, donde también habéis participado, fueron a su vez una consulta promovida por el Ayuntamiento y la Escuela de Arquitectura locales para hacer equipos de trabajo entre diferentes escuelas de Europa. ¿A qué es debido este renovado interés por el que podríamos denominar talleres de proyectos procedentes del mundo universitario?

E.M. Puede ser por un aspecto tan antiguo como por ejemplo el de la generosidad de propuestas que se supone de las escuelas universitarias. El proyecto del Osthafen eliminaba cualquier tipo de urgencia para formalizar una respuesta directa, hasta cualquier tentación de encargo, cosa que permitiría trabajar con mucha más independencia y generosidad.

En este sentido, el mundo universitario y el mundo real pueden conectar muy a menudo, sobre todo en los aspectos más positivos: la independencia de juicio, el razonamiento generoso sobre las cosas o, simplemente, la posibilidad de una experimentación abierta.

Q. Aun así, a diferencia de gran parte de las otras propuestas que tienden a plantear formas acabadas, modelos de ciudad que se apropian del lugar casi por «imposición» sobre el que ya existe, vuestro proyecto empezaba cribando lo que ya existía, para poder, en otro estadio, volver a proponer algo nuevo: en lugar de ocupar directamente se trataría, quizás, de depurar primero, antes de volver a ocupar. ¿El concepto de «marisma» ilustraría esta manera de operar?

E.M. La marisma es aquel tipo de terreno donde cualquier marca, por poco intensa que sea, deja huella. En poco tiempo, pero, desaparece. Se trataba de recorrer constantemente a esta idea: buscar el momento de la construcción en que el lugar empezaba a ser un puerto y desde aquel momento volver atrás para que se pudiera convertir en otra cosa. Las primeras ideas eran las de destrucción, las de una destrucción violenta.

Pero mirando atrás la historia del lugar averiguamos que nunca hubo ninguna ciudad construida, como tampoco ninguna base, sino una llanura de terreno fértil, aquel terreno que hay en las riberas de los ríos y que ofrece la posibilidad de realizar movimientos de tierras con suma facilidad.

Mediante la transformación del paisaje industrial existente podía surgir un lugar que se podría visitar y donde el hecho de construir resultara casi secundario.

Muchas ciudades alemanas, como por ejemplo Dresde o Leipzig, donde todavía aparecen visibles los vacíos y los agujeros de los bombardeos, hoy se plantean precisamente evitar aquella idea de reconstrucción propia de la posguerra de los años cincuenta. Aquí se puede empezar en un paso todavía previo al que ha de ser la ciudad en cuanto a servicios, transportes.

En el Osthafen se proponía de entrada la desaparición de la industria y lo que sucede es que la realidad no se corresponde con las hipótesis de la consulta. Si se mira más atentamente hay piezas,  algunas hasta catalogadas, que tendrían que conservarse. Más que proyectar apresuradamente, los proyectos deberían mirar, penetrando «entre» las cosas, y no tanto «a través» de las cosas.

Traducción: Beli Artigas Coll

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La referencia bibliográfica es:

Entrevista a Enric Miralles. En Quaderns d’arquitectura i urbanisme núm. 198 Tallers workshops – After expo. 1 ed. Barcelona, 1993. p. 18-19

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