Llevo varios días dándole vueltas en la cabeza el escrito de Robin Evans “Traducciones del dibujo al edificio”
[…] Para insistir en el acceso directo a la obra tan sólo se puede designar al dibujo como el verdadero depositario del arte arquitectónico. Sería también rechazable el dibujo a mano […]
He observado el dibujo de la mesa en detalle, casi delicadamente. He leído con atención los escritos de Miralles. Podría recorrer la mesa con los ojos cerrados, dibujar las tangentes, abatir sus hojas en el espacio y aún así me siento incapaz de acceder a ese momento, donde se construye el pensamiento…
Otro texto de Enric me reconcomía, inhabilitando todo mi discurso posterior.
[…] Me interesa simplemente medir las cosas respecto a objetos parecidos a lo que os decía de la mesa; sitios donde puedas sentarte, apoyarte, acercarte. Ese tipo de movimiento de una persona en un lugar. Casi cada uno de estos puntos, incluso en distintos modos de sentarse, es el que le da dimensión al proyecto. Ese movimiento laberíntico. Eso de lo que os he hablado antes; ésta sería la pieza que casi se extendería en busca del final, y éstas son “el hacer posible” ésta […]
Intento comprender, pero sólo doy palos de ciego.
Casi por casualidad, hojeando las hojas de un libro de EMBT, en uno de los laterales doy con un boceto (desoyendo a Evans, no lo rechazamos) sin fechar ni datar, sin ninguna referencia. No sé si están relacionados, poco importa, un momento del proceso, un momento del dibujo que me ayuda a descubrir.
homenaje a Enric Miralles 